jueves, 21 de octubre de 2010

El Vergel

El hombre de azul con su caña amarilla y su gran reloj de plata nos dejó pasar a Platero y a mi con gran amabilidad.
De repente,al entrar,lo primero que percibimos fue un conjunto de exquisitos aromas que venían de diferentes plantas;rosas,jazmines,claveles, y muchas plantas y árboles más...
Cada hoja y cada flor resultaba diferente,las había de todo tipo,de cualquier tamaño,color y textura.
¡Aquello parecía un paraíso!Y así lo percibió Platero,que,en cuanto entramos allí empezó a oler todas y cada una de las plantas a la vez que jugueteaba con ellas.Se  le veía feliz.Y en ese momento pensé que mi idea de haber entrado en aquel paraíso había sido acertada.
A medida que pasaba el tiempo,disfrutábamos más del paisaje.No nos cansábamos de descubrir uno a uno cada rincón de aquel parque hasta entonces desconocido para nosotros,porque cada sitio era diferente y único.Y seguimos andando.Estando allí perdimos la noción del tiempo.
Al rato,noté a Platero algo cansado,decidí parar un poco y,justamente a diez pasos de nosotros vimos una fuente,en ese momento creo que los dos sólo pensábamos en eso ya que teníamos ganas de seguir pero estábamos algo cansados,así que nos acercamos y bebimos.
Después del breve descanso,decidimos seguir.Llevábamos unos veinte minutos andando cuando,de pronto,oímos una animada melodía,nos dejamos guiar por ella, y cuando nos quisimos dar cuenta acabamos en una explanada llena de gente que parecía divertirse a la vez que tocaban sus instrumentos,pero no sólo ellos se divertían,la gente de alrededor que les escuchaba atentamente también.Allí se runía gente de cualquier raza y color,tenían mucho ritmo.
Atravesando aquella explanada hecha con adoquines de color gris donde se oían los intensos pasos de mi amigo Platero,se llegaba a un gran lago de agua casi transparente.A través del agua se podía ver algún pececillo.Los había grises,salmón,pequeños,grandes...
La gente les echaba algo de comida,lo que tuvieran en ese momento en las manos.
Ya estaba anocheciendo cuando volvíamos hacia la salida de aquel precioso parque,creo que los dos, o por lo menos yo,iba pensando en lo que nos habríamos perdido de no haber entrado allí.

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